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Luis Pérez
La conexión emocional en los procesos de intervención

Fecha: 21/06/2013

Autor: Luis Pérez

Cargo: Psicólogo y Psicoterapeuta de Agintzari

Quiero agradecer al equipo de la página web, la oportunidad que se nos brinda para establecer una comunicación fluida con nuestros compañeros de la cooperativa, a través de este espacio denominado "Firmas".

A modo de presentación….

Me llamo Luis Perez y llevo desde el año 1999 trabajando en Agintzari, en primer lugar como psicólogo en el llamado Programa de familia y juventud en el Ayuntamiento de Getxo y desde el 2001 en el Servicio de apoyo técnico y atención psicosocial para los servicios sociales del Ayuntamiento de Bilbao, como psicólogo y coordinador. Anteriormente estuve durante años formándome y trabajando en el Centro de Salud Mental de Uribe, en Getxo. Mi inquietud formativa siempre giro en relación al psicoanálisis, y de su aplicación a diversos contextos (individual, familiar y grupal). En los últimos años, mi interés se centra, fundamentalmente, alrededor del movimiento que desde hace años toma forma en los llamados modelos relacionales en psicoanálisis. Llevo mas de 10 años centrado en el trabajo en relación a la protección de menores y he tenido la oportunidad de formar parte del grupo de personas que lideradas desde Gobierno Vasco, realizaron el Instrumento para la valoración de la gravedad de las situaciones de riesgo y desamparo en los servicios sociales municipales y territoriales de atención y protección a la infancia y adolescencia en la comunidad autónoma vasca. Mi mail, luisperez@agintzari.com

En esta primera entrega quisiera transmitir mi inquietud y pequeña reflexión sobre algo con lo que todos los seres humanos nos topamos cotidianamente. A lo que me refiero es al impacto emocional de las relaciones y el devenir de las mismas en nuestro desarrollo.

Las líneas de desarrollo en las investigaciones en primera infancia, los modelos relacionales en psicoanálisis, la psicología cognitiva así como los avances en las neurociencias, nos colocan ante una serie de hechos que no podemos más que ir asimilándolos y adaptándolos a nuestros modelos mentales e incluirlos en nuestra practica cotidiana en la medida de nuestras posibilidades.

Los descubrimientos en relación a la memoria implícita y explícita, las neuronas espejo, la plasticidad neuronal y, lo que es más importante, que las relaciones que vivimos desde nuestra más temprana infancia y a lo largo de toda nuestra vida generan nuevas conexiones neurales que cambian hasta nuestra fisiología molecular.

Parece una obviedad, pero las relaciones significativas, es decir las que tienen un significado afectivo para nosotros nos cambian, nos cambian profundamente. Nuestros esquemas mentales, nuestra memoria implícita y explícita puede cambiar, tanto desde el punto de vista consciente como inconsciente, nuestra realidad externa modifica constantemente nuestra realidad interna. Pero, ¿cómo? ¿Cómo conseguimos que nuestros esquemas mentales cambien?, ¿cómo podemos modificar nuestro modelo Relacional implícito? Será en el espacio potencial de Winnicott, los contextos ínter subjetivos del ser, de los que nos hablan Stolorow y Atwood, en las conexiones emocionales de Riera, en fin relaciones que por su trascendencia y ascendencia sobre nosotros impactan en nuestro ser, construyendo y cambiando la imagen que tenemos sobre nosotros mismos, nuestro sí mismo.

La cuestión que planteo es que nuestros modelos relacionales internos, cuando estos se han generado sobre la falta de contingencia de nuestras necesidades, generando traumas, desde los micro traumas repetitivos a los grandes traumas,  impactan en nosotros de tal forma que tenemos que reaccionar ante ellos con defensas (evitativas, desorganizadas, inseguras....) para poder sobrevivir en momentos de extrema vulnerabilidad. Nuestra capacidad de adaptación a lo emocional es enorme aún a costa de nuestro propio desarrollo, nuestras relaciones significativas las tenemos que preservar, aunque sea sólo por razones de supervivencia (dependemos de ellas).

Lo que en un momento de nuestra vida fue adaptación, en las subsiguientes fases de nuestro desarrollo puede acontecer en sufrimiento, sufrimiento por lo que ahora no funciona, no sirve, utilizar un abrigo en verano nos protege del sol pero quizás sea una prenda que fue mejor utilizada en otras estaciones. Los modelos operativos internos, los que nos sirvieron en antaño nos salen automáticos, sin pensar, pero para transformar estos esquemas deberemos de ejercitar lo que Bion denominó “pensar lo pensado” o mas recientemente Fonaggy “teoría de la mente”, aunque en contextos de soledad se antoja difícil. Será en el encuentro con un otro que nos devuelva, desde el "yo siento que tu sientes lo que yo siento", una imagen renovada de nosotros. Una conexión repetida que posibilitara cambios duraderos, cambios que desde el respeto, la empatía, la contingencia podrán modificar modelos relacionales implícitos que, desde el proceso de mentalización,  consigan nuevas conexiones neurales que modifiquen nuestra memoria de procedimiento y reflexiva. Todo esto requiere tiempo, requiere pausa, requiere, en fin, relación y que ésta, para nuestro interlocutor, se convierta en significativa. Las relaciones humanas se pueden forzar pero para que estas sean auténticas requieren de ingredientes de carácter afectivo profundos que sólo se darán en contextos de seguridad, de confianza y de autenticidad. Estos quieren ser nuestros encuentros de relación en nuestros contextos profesionales, pero estos solo se darán, si vienen acompañados de una profunda comprensión del devenir de nuestros acompañados y de una profunda comprensión de nuestra propia subjetividad.

La realidad actual nos sumerge en las prisas, en la simplificación, en la brevedad. Las necesidades de los seres humanos que han vivido contextos de trauma, y con los que aspiramos a modificar sus esquemas mentales primitivos que les permitieron la supervivencia psíquica, pero que les anclaron en funcionamientos dañinos para ellos mismos y para los que tienen a su alrededor, no se pueden conseguir sin tiempo. Tiempo necesario para poder relacionarnos con ellos y que la relación se convierta en terapéutica. Atravesamos momentos donde la pausa, la reflexión, la empatía parecen caras, muy caras. Es habitual la expresión cotidiana de “no tengo tiempo”, “estoy acelerado”, ”un café rápido”..... Pero esto también se ve afectado por aspectos racionalizados por la economía, en donde se nos empuja a encuentros cada mas despersonalizados. Citas, tanto de carácter sanitario, como social o de cualquier tipo, cada vez mas cortas, tratamientos breves, contactos breves. Sabemos ya hoy, que lo que “cura” es la relación, pero esta implicación en la relación, por diferentes motivos, parece que también nos aleja de la misma.

La construcción de nuestra personalidad lo pagará, también, tan caro que tal vez nos falten ver algunas generaciones, si no ya mismo, para poder observar estas modificaciones en nuestro desarrollo provocado por la prisa, por la falta de frustración y por la carencia. Habrá que estar vigilantes a las consecuencias, no solo económicas que ya estamos sufriendo, de modelos y esquemas relacionales macro y micro sociales basados en la falta de conexiones emocionales a lo largo de nuestra vida y de calidad de las mismas. Por eso es momento de reivindicar la solidez en las relaciones, el tiempo y la repetición en las interacciones que provoquen desarrollos madurativos en cada una de las edades de la mente.


Luis Pérez
Psicólogo y Psicoterapeuta
Agintzari S.Coop
luisperez@agintzari.com

Comentarios

  • Maite 10/02/2014 - 09:12:52

    Buenos días Luis: Sin duda muy interesante tu artículo, pero ¿hoy día hay manera de diagnosticar a los niños si realmente sufren o no estos problemas de conexiones neuronales? Y más aún, entiendo que se puede trabajar con ellos y obtener mejoras. ¿Qué especialistas hay en esta materia? Gracias y saludos

  • Mitxun Blanco H 07/11/2013 - 17:56:37

    Gracias a tí Luis, por el artículo, la llamada a la reflexión desde la templanza, y las referencias a los diferentes estudios y autores, que invitan a seguir los diferentes caminos marcados en busca de un mayor conocimiento de una realidad compleja y en evolución. Sin duda, la práctica diaria de trabajo con personas (adultas y menores), lleva al territorio del encuentro con el otro, del que del que tenemos mucho que aprender y al que intentamos, desde nuestra labor profesional, aportar. Un saludo Mitxun Blanco H

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